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Mi celular me traicionó, me delató, casi me destruyó…

04/05/2017

Por Trajano Pontes | #Boletín15

¿Y si todas tus ideas, opiniones e intenciones reales sobre las personas y los acontecimientos fueran reveladas públicamente? ¿Si tus fetiches más secretos se convirtieran en un tema corriente? ¿Si aspectos de tu personalidad, orientación sexual o traumas se hicieran conocidos en las calles y en idiomas extranjeros? Toda esa enorme carga de publicidad no deseada puede ser tuya rápidamente. Solamente necesitas un smartphone.

Mientras escribo y ustedes leen, es probable que, gracias a los celulares, nuevas verdades estén alcanzando a personas que nunca las deberían haber conocido de entrada. Eso puede ocurrir por accidente, por el uso descuidado de las configuraciones de seguridad del aparato, del sistema operativo o de aplicaciones específicas o, más grave aún, hasta por el uso de sistemas de espionaje disponibles en internet para cualquier persona por precios relativamente bajos.

Y más aún: es posible que los destinatarios de mensajes de texto y voz estén construyendo libremente verdades sobre las cuales el emisor tiene muy poco o ningún control.

No es preciso ir demasiado lejos para comprobarlo: toma tu celular y verifica los últimos mensajes que enviaste a tus contactos. ¿Fueron leídos y respondidos? ¿Alguno de ellos espera una respuesta desde hace algún tiempo? Si la respuesta es sí, ¿cómo te sientes realmente con relación a eso? ¿Algún indicio de angustia? ¿Una pizca de ansiedad? Es posible que sí. Hay quien dice que forma parte de la naturaleza humana, aunque tal vez no haya fundamento para afirmar algo de manera tan categórica. Pero es, seguramente, un hábito muy humano que vamos construyendo desde que explotó el uso de los mensajes instantáneos. Dos marcas de visto (ü) que confirman la entrega y la lectura pueden ser un detonador de ansiedad muy eficiente para los espíritus fuertes que prefieren no desactivar la función.

Una tarde, durante un feriado nacional reciente, les pregunté a mis amigos más cercanos si tenían historias propias de cómo algunas relaciones habían sido afectadas por causa de interacciones o revelaciones accidentales a través del celular. Las respuestas no tardaron en llegar y varias de ellas confirman una máxima de vida que debería convertirse en un mandamiento: “Hablar mal por la espalda es ventilar el corazón. Hablar mal cara a cara hace sentir incómodo a quien habla y a quien escucha”. Vamos a los hechos, llenos de indiscreciones con consecuencias.

Pensando que hablaba tan solo con su madre, Fabiana* reveló la intención de pedir el divorcio. La madre trató de calmarla explicándole que los casamientos podían atravesar por fases complicadas y que ella difícilmente encontraría otro hombre tan generoso que mantuviera a ella y a su hijo con tanta tranquilidad. ¿Una visión antigua del casamiento? Seguramente, pero no prohibida ni rara en América Latina.

Lo que pasó es que, simplemente, el diálogo se llevó a cabo en un escenario equivocado: participaban del grupo de WhatsApp las hermanas y las sobrinas del marido, que habían sido incorporadas a ese grupo algunos meses antes para organizar la fiesta de cumpleaños del hijo de la pareja. A pesar del descuido de Fabiana, la pareja no se separó. No hay indicios de mejoras de la relación de ella con la familia del marido.

Juliana* fue despedida por primera vez de un trabajo, en una radio de São Paulo, después de enviar un mensaje de audio equivocado a la persona equivocada. “¿Por qué será que el jefe está con esa cara de culo horrible?”, le preguntó a una colega. El propio jefe recibió el mensaje, cambió de tema en un primer momento y, horas después, reveló: “La cara de culo era por los problemas financieros de la radio y la necesidad de despedir gente. Y, casualmente, tú eres la primera”.

La prima de Clara* durmió una noche en la casa del novio esperándolo, ya que avisó que trabajaría hasta más tarde. En mitad de la madrugada, todavía sola, vio en la tablet de él fotos de esa misma noche en la que se lo veía con otras mujeres en un bar, tomadas con el celular e inconvenientemente sincronizadas con la tablet. Es hora de recordar otra verdad casi universal: quien busca, encuentra, y el celular tal vez sea el lugar perfecto por excelencia para descubrir pruebas de traiciones. La nube de datos admite todo tipo de cosas, desde las más bellas hasta las más sucias, con actualizaciones automáticas y frecuentes.

*Ulises y un exnovio discutieron seriamente por causa de un mensaje simple que empezaba con “te extraño” (una forma diferente de decir “hola, hace mucho que no sé nada de ti”), enviado desde un número desconocido y mostrado automáticamente en la pantalla del iPhone, incluso bloqueado. ¿Qué necesidad hay de que exista esa función y por qué las personas la usan? Frente a las innumerables posibilidades de que las cosas salgan mal, la pregunta no parece tener una respuesta positiva satisfactoria.

Discusiones entre parejas, despidos y cambios definitivos en las relaciones con familiares pueden parecer poco si pasamos a analizar otros casos dispersos por América Latina y por el mundo, pero son eficientes para transmitir un mensaje claro y directo: frente al celular, ese espía a quien le encanta delatar, todos estamos potencialmente vulnerables.

Enseguida viene a la mente el caso del actor brasileño Alexandre Borges, que ocupó un lugar destacado en los sitios web de chismes cuando circuló un video íntimo en el que se lo ve en un cuarto con tres mujeres, grabado por una de ellas. En el Brasil profundo, cuya área lamentablemente tal vez coincida con todo el territorio del país, el hecho repercutió fuertemente, especialmente porque eran transexuales.

Y pensar que hubiera bastado con recoger los celulares de las personas presentes o, como cada vez es más común en la fiestas muy animadas y liberales, tapar la cámara con un pedazo de cinta adhesiva. Método fácil, bueno y adecuado para fiestas modernas y para cualquier otro lugar fuera de ellas, ¿no?

En Bucamaranga, Colombia, un hombre no identificado por la policía fue preso por amenazar y robar el celular del amante de su pareja después de descubrirlos in fraganti en un motel. En el origen de la visita sorpresa había un celular, que la mujer había recibido de regalo con el GPS activado (y aprovechamos para dar un consejo importante: siempre mirarle los dientes al caballo, aunque sea regalado). Por medio de georreferenciamiento, el hombre, que sospechaba de infidelidad, pudo llegar al paradero de la pareja y realizar el ataque.

En Perú, un sitio de noticias viralizó pantallas de una conversación por WhatsApp entre un hombre y la novia de su amigo. Usando partes de la letra de una canción romántica pícara, insistió hasta convencer a la mujer de pasar una noche de amor con él. Pero, en realidad, el celular estaba en manos del propio novio, y no del amigo, que solamente al final reveló el truco. Un golpe antiguo y simple, pero que todavía parece capaz de engañar a algunos.

La cosa empeora todavía más cuando se piensa en el uso de software de vigilancia de las relaciones personales comunes, solamente motivados por celos o intereses económicos. Sobre el asunto, la plataforma Motherboard (del grupo VICE) hizo recientemente una serie de notas llamada “When Spies Come Home”, que presenta el preocupante mercado de productos disponibles para cualquier stalker que pretenda intervenir el teléfono de su pareja, de sus hijos o de competidores comerciales.

Los programas son ofrecidos por diversos proveedores y a veces tienen las mismas funciones (y usan hasta el mismo código) que el software de espionaje usado por gobiernos de todo el mundo para vigilar a sus ciudadanos y a extranjeros. Entre las funciones se pueden mencionar el acceso del stalker a los contactos de la persona vigilada, al contenido de las llamadas telefónicas y de los mensajes de texto y multimedia, al micrófono y la cámara del dispositivo, al historial de navegación y a todos los desplazamientos físicos del teléfono, a través del GPS, con precisión de pocos metros.

El número de víctimas de espionaje (muchas de ellas también víctimas de violencia doméstica) alcanza las centenas de miles, dispersas por todo el mundo, incluso por los países de América Latina. Los números indicados en los artículos pueden ser mayores, ya que los datos, obtenidos y liberados por hackers, cubren solo parte de las empresas y productos involucrados.

Todo un mundo de posibilidades de mal uso de los celulares. Buena suerte y cuidado.

Trajano Pontes, 37, vive en São Paulo, Brasil, pasó por el derecho, por el periodismo, pero hoy en día sólo piensa en libros y películas.

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