Privacidad y Políticas Públicas
Paradojas de la militancia en línea y offline
10/09/2016
Coding Rights entrevista Lola Aronovich, del blog Escreva Lola Escreva:
CR – Tu blog https://escrevalolaescreva.blogspot.com.br/ es constantemente citado por jóvenes activistas e investigadoras como la primera referencia (o puerta de entrada) para la militancia feminista en la web. ¿Cómo ves estos canales de comunicación y divulgación de las ideas feministas comprendidas muchas veces como un “espacio de confianza” en un ambiente tan diverso y abierto como internet?
Lola Aronovich :Me siento muy honrada y feliz cuando se cita al blog como una puerta de entrada (o una de las puertas) para el feminismo en internet. Son muchos años de blog, desde enero de 2008, y en todo este tiempo se crea una cierta proximidad con los lectores. Hay jóvenes que comenzaron a leer mi blog cuando tenían 12 o 14 años y ahora están terminando la facultad. Recibo varios relatos de personas que cambiaron su modo de pensar, que antes era prejuicioso, y pasaron a pensar de manera más libre. Es mucha responsabilidad. Sin duda, también hay gente que se decepciona con el blog y lo abandona, ya sea por un post específico o porque me identifican como miembro de una corriente “enemiga”. Yo siempre trato de ser lo más inclusiva posible y no pertenezco a ninguna corriente feminista. Para mí, ser feminista es suficiente. Siempre repito que no hay reglas ni normas para ser feminista. Como bien dijo una lectora, si quisiera dogmas me uniría a una iglesia.
CR– Siendo blanco constante de expresiones de odio y amenazas por internet, ¿cómo comprendes la relación entre mantener el anonimato (en términos de tener la privacidad personal protegida) y tener visibilidad en la web?
Lola Aronovich: Creo que, siempre que sea posible, es preferible dar la cara, ser quien uno es, sin necesitar esconderse detrás de un avatar o del anonimato. Pienso que a una se la toman más en serio, es más confiable, si tiene un nombre y un rostro. Por otra parte, de esa manera te expones, y la exposición puede ser peligrosa. No puedo ni imaginarme cómo podría ser quien soy si, desde el principio, no fuera Lola en internet. ¡Tendría que ocultar tantas cosas! No podría decir que soy profesora universitaria, no podría hablar de mi marido. Para aceptar dar conferencias, sería muy complicado si quisiera mantener el anonimato. Es más, hoy en día, con los celulares y sus cámaras, sería imposible. Por lo tanto, pienso que una sacrifica muchas cosas al elegir ser anónimo o un personaje en internet. Y claro que una también se sacrifica al exponerse. Me gustaría que todas las jóvenes tuviesen el coraje de firmar lo que escriben con su nombre, pero no me gustaría que nadie fuera objeto de las agresiones y amenazas de las que soy objeto.
CR– Muchas veces vemos en los medios de comunicación una contraposición entre el comportamiento del individuo offline y online, es decir, algunos textos afirman que las personas asumen una personalidad agresiva solo cuando están detrás de una PC porque supuestamente mantienen el anonimato. ¿Te parece creíble esa posición? ¿Hasta qué punto, en tu experiencia personal, notas la relación entre violencia offline y online?
Lola Aronovich: Hay una historieta genial de André Dahmer, de Malvados, que vi el otro día. Un tipo flaquito insulta a un fortachón llamándolo “cornudo, burro y fracasado”. El fortachón, acogotándolo, le pregunta: “¿Estás loco?” Y el hombre le responde: “¡Me olvidé que no estoy en internet!” Creo que esta historieta refleja bien el comportamiento de los “Rambos del teclado», de los valentones de internet. En el fondo, son cobardes que aprovechan el anonimato para fingir una valentía que, lejos de la computadora, no existe. Tal vez el odio que recibo dentro y fuera de internet sea un buen parámetro. En internet recibo decenas de ofensas por día, soy amenazada, calumniada, difamada, se hacen montajes con mis fotos, etc. En las conferencias que doy (fueron más de 150 en los últimos cinco años) nadie es agresivo conmigo, incluso los que están en desacuerdo. Es puro amor. Es obvio que muy probablemente las personas que escuchar mis conferencias son las que ya tienen una opinión favorable acerca de mí, pero incluso así, estoy segura de que varios haters y trolls deben aparecer de vez en cuando. Pero no tienen el coraje de venir a hablar conmigo al final de la conferencia. En un foro anónimo en el que me amenazan diariamente, un joven publicó que participó de una de mis conferencias, vino a hablar conmigo y me abrazó al final, y que yo fui muy simpática con él. No tengo cómo saber si es verdad. También escribió que si supiera quién era en internet y las amenazas que me hace, tal vez yo no hubiera sido tan receptiva. ¡¿Tal vez?!
CR– En Brasil se están discutiendo propuestas de ley (como las que están en la comisión parlamentaria CPICiber), donde vemos que algunos relatores y defensores del proyecto de ley utilizan la privacidad como sinónimo de garantía de libertad de criminales y de libre circulación del discurso de odio online. ¿Crees que el control del discurso de odio online pasa por el control y la supervisión constante del poder público? En resumen, ¿cómo imaginas soluciones para el equilibrio entre tolerancia y discurso de odio, si es que existen?
Lola Aronovich: De hecho, es un equilibrio difícil. La verdad es que varias empresas ya tienen todos nuestros datos y acceso a los mensajes que intercambiamos. Facebook es un ejemplo de esta falta total de privacidad. El documental Freenet hizo una provocación para ilustrar ese escenario que ya existe: filmó las conversaciones que las personas tienen en los bares y lo que ven en sus smartphones. Es lógico que las personas se sientan invadidas. La verdad es que muchos de los misóginos que me atacan no serían afectados por leyes de control y supervisión. Ellos usan instrumentos que no permiten la identificación del IP, cifran los mensajes, hospedan sus sitios de odio en Malasia. Para ellos, verdaderos criminales de internet (estoy hablando de gente que ya fue presa, juzgada y condenada por sitios de odio), no cambiaría nada.
CR– Tú eres una persona pública y las amenazas de violencia que recibes también son públicas. Sabemos que uno de los resultados de la violencia en línea es, como mínimo, la autocensura del interlocutor, es decir, la persona que pertenece a un grupo más sujeto a situaciones de violencia (mujeres, negr@s, trans, etc.) puede preferir no expresar o dejar de expresar una idea con miedo de la reacción violenta que podría sufrir. Como figura influyente para un gran grupo de mujeres, ¿cómo viene siendo tu forma de enfrentar estas agresiones?
Lola Aronovich: Yo siempre digo que no podemos callarnos. No me van a silenciar, por más que traten. Me gustaría mucho vivir sin esas agresiones, pero como ellas existen, no permito que dicten mi vida. No dejo de salir de casa ni cambio de planes por causa de amenazas de muerte o de violación. No voy a cancelar una conferencia porque un misógino pone un mapa mostrando la distancia entre el lugar donde vive y el lugar de la conferencia y dice que irá a descargar su calibre 38 en mi cara ese día. Cuando empezaron a llegar algunas amenazas dirigidas a mi marido, a mi madre, una señora de 81 años que vive con nosotros, me empecé a preocupar. Parece mucho más eficaz para desestabilizar a alguien amenazar a las personas que ama. Pero enseguida vi que eran, una vez más, amenazas vacías, que no se van a concretar. Ahora, la autocensura existe. Yo no dejo de expresarme, pero siento que pienso mucho más antes de publicar alguna cosa. Una consecuencia es que mis posts son menos espontáneos y bienhumorados que algunos años atrás. Vi un video de una conferencia en la que Anita Sarkeezian (una feminista estadounidense que graba videos hablando sobre el sexismo en games y otros productos culturales, y que se hizo mundialmente famosa después de ser amenazada por miles de misóginos) habla sobre cómo las amenazas afectaron su vida. Ella parece muy afectada en el video, no ríe, no hay alivio. El otro día di una conferencia en la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN) hablando sobre algunos ataques que sufro y un profesor me dijo que le sorprendía cómo podía reírme de todo eso. Entonces, hay maneras diferentes de lidiar con esos ataques. Creo que también es importante, como estrategia de defensa, mostrar algunas de las amenazas. Porque las personas no me creen no tienen idea de lo que enfrentamos.
CR – ¿Tienes algún ejemplo de un acosador (o acosadores que actuaron en grupo) que se detuvo a partir de alguna acción? ¿Esa acción fue realizada por ti, por la policía, por una movilización en internet o un conjunto de acciones?
Lola Aronovich: Hubo un masculinista del estado de Mato Grosso do Sul que creó un blog antifeminista. En un año escribió 500 posts contra mí, difamándome, calumniándome, haciendo montajes con fotos en las que aparezco. No estoy exagerando, fueron realmente quinientos posts, para que tengas una idea del tamaño de la obsesión. Cuando anuncié que hice una denuncia contra él, a fines de 2014, eliminó todos los posts sobre mí y restringió el blog solo para invitados. Hace un año y medio que no tengo noticias de ese individuo perturbado. Otro caso fue el de un profesor brasileño que da clases en los EE. UU., un hombre de izquierda que se autoproclamaba feminista y tenía muy buena fama en internet. Pero lo que hacía a escondidas era muy distinto de su personalidad pública. Durante diez años mandó fotos no solicitadas de su pene a feministas, agendó varias citas sexuales cuando venía a Brasil, perseguía hasta menores de edad, y tenía preferencia por mujeres casadas para, de esa forma, poder humillar al marido “cornudo”. Sus e-mails eran un festival de machismo, y todo eso de un tipo que se hacía pasar por un gran feminista. Hasta que un grupo de tres jóvenes se unió para desenmascararlo. Una de ellas publicó en mi blog un relato sobre su relación con él. El post fue muy popular y el profesor quedó bastante “quemado”, se alejó de internet durante un año y, por lo que se sabe, dejó de acosar mujeres. Está procesando a un grupo de personas, entre las que me incluyo, por lo que él consideró como una difamación orquestada. A veces aparece algún troll que se arrepiente, pide disculpas, dice que cambió.
CR– ¿Cómo es posible pensar en un equilibrio entre la libertad de expresión online (que naturalmente genera disenso) y los ataques que tienden a restringir algunos discursos que no se adecuan a la norma de poder establecida (hombre, blanco, heterosexual, clase media)?
Lola Aronovich: Yo ya fui defensora de la libertad de expresión irrestricta, de que pudiesen existir hasta sitios web neonazis. Pero al conocer esos sitios, cambié de idea. Hay muchos misóginos con tiempo de sobra para dedicarse a atacar feministas en internet, y ese tipo de gente no aporta nada útil al mundo. Ya ayudaría bastante si las grandes corporaciones como Facebook, Twitter, YouTube, Google y otras, supieran identificar el discurso de odio con rapidez. Si esos gigantes actuaran con rapidez para eliminar contenido con difamación y amenazas sería un gran avance. Hay intentos de negociaciones en tal sentido entre las corporaciones de internet y las feministas estadounidenses y británicas, porque la situación es insostenible. Hay demasiada violencia contra las activistas y no se hace nada. Por otro lado, esos mismos grupos organizados que atacan a las feministas también nos denuncian y tratan de derribar nuestras páginas. Eso pasó con la página feminista más grande de Facebook en Brasil, Feminismo Sem Demagogia. Grupos misóginos se unieron para derribar la página y Facebook acató la denuncia y eliminó la página. La página quedó fuera del aire durante más de un mes hasta que los asesores del diputado federal Jean Wyllys conversaron con FB y la página volvió. El detalle es que el post que desató la ola de denuncias fue uno felicitando a una mujer trans por haber entrado en la universidad, o sea, es difícil acusar a la página de propagar un discurso de odio. Hay muchas ganas de criminalizar a las feministas. Hay dos procesos del Ministerio Público Federal (Procuraduría General) contra mí, ambos por apología de la delincuencia. Uno se refiere a un guest post que publiqué en 2013 de una lectora que se hizo un aborto. Esto significa que prácticamente todas las páginas feministas pueden ser procesadas por apología, ya que luchamos por la legalización del aborto. Lo que hacemos, para las organizaciones de derechos humanos, no es discurso de odio. Y prohibir que nos manifestemos a favor de la descriminalización del aborto afecta totalmente la libertad de expresión. El otro proceso del Ministerio Público también tiene relación con el aborto. En octubre del año pasado, misóginos crearon un sitio web con discurso de odio en mi nombre. Tenía fotos mías, un link para mi currículo Lattes, mi dirección y teléfono residenciales en cada post. El sitio defendía cosas que yo jamás defendería: aborto solo para fetos masculinos, infanticidio y castración de niños y quema de biblias. En mi post “yo” me vanagloriaba de haber hecho un aborto a una estudiante en una alumna en el aula, en la Universidad Federal de Ceará. Y ese sitio web se viralizó gracias a la difusión de figuras reaccionarias conocidas, como Olavo de Carvalho y Roger Moreira, de la banda Ultraje a Rigor. Ellos sabían que el sitio era falso y lo divulgaron de cualquier manera. Antes de eso, la misma semana en la que el sitio web se lanzó, uno de los misóginos que creó el sitio me denunció al Ministerio Público como autora del sitio, ¡y el Ministerio Público aceptó la denuncia! Es surrealista. Nosotros no solo no contamos con ningún tipo de protección en las redes, como somos criminalizadas por organismos que deberían investigar quién nos ataca. En el fondo, los grupos conservadores no están interesados en el control lo que nosotras, activistas, escribimos, porque lo que decimos no importa: ellos crean sus propias narrativas sobre nosotras. Tanto es así que no acostumbro a ser atacada por lo que escribo. Ellos precisan inventar sitios web y tweets falsos para atacarme. La narrativa que crean sobre mí no condice en nada con lo que escribo. Lo que ellos quieren, en realidad, es que desaparezcamos, que nos callemos. Ellos festejan cada vez que se silencia a una feminista.
Lola Aronovich es profesora de la UFC en Brasil, doctora en Literatura Inglesa por la UFSC y, según la definición de un machitroll, ingrata con el patriarcado. En su blog habla de feminismo, cine, literatura, política, los media, animales de compañía, el marido, combatir a prejuicios, chocolate y lo que más le da la gana. Twitter: @lolaescreva
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