Privacidad y Políticas Públicas
Smart cities como estrategia discursiva: el caso brasileño
01/03/2016
Por Raquel Rennó | #Boletín13
Es posible encontrar diferentes definiciones de smart cities en textos de economistas, ingenieros, urbanistas y sociólogos. La diferencia entre conceptos no se debe simplemente a la diversidad de las visiones y referenciales teóricos. De acuerdo con Fernández, que se propuso analizar las diferentes definiciones e implicaciones de las smart cities en la literatura actual, se trata de un «discurso que no se sujeta al principio de coherencia argumentativa» que tiene como base construir una estrategia retórica generalizante que funcione en ciudades tan dispares como Barcelona y Bhubaneswar. Como telón de fondo, tenemos el apoyo de una tecnología de punta que viene a organizar el supuesto caos de las ciudades. Reducir las ciudades a un todo deforme que debe organizarse no es exactamente algo nuevo en la historia del urbanismo. Este tipo de argumento es especialmente atractivo para las grandes urbes latinoamericanas, consideradas agrupamientos caóticos plagados de violencia y sistemas inoperantes. Esta idea termina por convertirse en una marca en sí misma, como se puede ver en emprendimientos como Smart City Pinheirinho, que vacía totalmente el concepto de smart city proponiendo apenas un edificio residencial que intenta relacionarse con el eslogan frecuentemente asociado a la ciudad de Curitiba.
Incluso con la tendencia globalizante de soluciones y productos que provienen de apenas un puñado de grandes empresas internacionales de tecnología, podemos observar cómo este discurso es impactante. Cuando se menciona a Curitiba como la primera smart city de Brasil, también se hace referencia a la historia que la hizo conocida internacionalmente con el BRT (Bus Rapid Transit), o Transporte Rápido por Autobús, creado por Jaime Lerner en los años 70, aunque los problemas para la integración de los pasajeros que viven en los alrededores de la ciudad en la actualidad sean bastante diferentes de lo que se ve en la imágenes de la ciudad divulgadas en los medios y la web. Al mismo tiempo, los viejos problemas provenientes de tensiones entre las empresas de transporte, los empleados y el poder público siguen existiendo como en otras ciudades brasileñas. La ciudad, que todavía es reconocida como la que tiene el mejor sistema de transporte de Brasil, es también la que tiene más automóviles por habitante.
Uno de los grandes desafíos de las smart cities es conectar propuestas macro con el contexto urbano local, que está en movimiento constante y no funciona bajo parámetros generalizantes y centralizadores. De acuerdo con el urbanista Goodspeed, una smart city «busca servicios y sistemas de ciudad eficientes por medio del monitoreo y el control en tiempo real. La ciudad se transforma en un sistema que debe optimizarse. Para llegar a este objetivo, se instrumentaliza a la ciudad por medio del uso de sensores para la recolección de datos y equipamientos de control que pueden incluir al propio habitante de la ciudad». A partir de esta definición, podemos notar claramente que conceptos como innovación, eficiencia y desarrollo terminan transportándose de la esfera privada a la esfera pública, como una herramienta discursiva que sirve de base argumentativa para el control y la privatización de los espacios públicos. La visión del ordenamiento por medio de la tecnología es claramente objetiva, en el sentido de que se centra en objetos. Después de los smart phones, que vengan las smart cities.
Rio de Janeiro: Houston, we have a problem
Mientras varios proyectos de smart cities e Internet de las Cosas anuncian su apuesta a la ubiquidad, el ejemplo más conocido de proyecto de smart city en Brasil se estructura en la sala de control , conocida desde los años 20 como una estructura de monitoreo de industrias (algunos autores van más allá y relatan que Uffizi, construida en el siglo 16, ya sería un gran edificio para centralización y procesamiento de datos sobre la ciudad). El Centro de Operaciones (COR) inaugurado en la ciudad de Río de Janeiro en ocasión de la Copa Mundial de Fútbol de 2014 celebra el aumento de las 93 cámaras instaladas cuando inició sus operaciones a las 530 actuales. Imágenes de la sala de control aparecen con frecuencia en los medios de comunicación como símbolo de una propuesta eficiente de gestión moderna de la ciudad, no por casualidad recordando lo que se ve en películas de aventuras espaciales. El alcalde de la ciudad, Eduardo Paes, describe los primeros pasos rumbo a la smartización de la ciudad afirmando que «estamos aplicando tecnología para beneficiar a la población y hacer una transición eficiente hacia una smart city. Además de utilizar toda la información disponible para la gestión municipal, las compartimos con la población en dispositivos móviles y redes sociales. De este modo, los empoderamos con iniciativas que pueden contribuir con la mejora del flujo de las operaciones de la ciudad.»
Las funcionalidades se desarrollaron a partir del API de Google Earth y la empresa desarrolladora IPNET Soluções recibió el sello de socia premier de Google (Google’s Enterprise Maps for Business Premier Partner). Concesionarios, organismos públicos y la misma población (por medio de la aplicación Olhos da Cidade -Ojos de la Ciudad, desarrollada específicamente para la alcaldía de Río) colaboran enviando al COR datos sobre tráfico, incendios, lluvias, manifestaciones, etc., a pesar de que los usuarios solo pueden acceder a boletines y análisis que el COR pone a disposición. Otros productos de Google, como Waze y Hangout, también forman parte del paquete de la alianza de la alcaldía como apoyo a los usuarios. Allí tenemos problemas de acceso unidireccional a los datos, ya que mientras la central tiene acceso a todo, el usuario depende de las alternativas que el COR decide publicar. También debemos considerar la limitación de las interfaces de estas aplicaciones -solo se pueden seguir los caminos ofrecidos por el servicio, es decir, el usuario se adapta al formato previamente diseñado- y del mapa de Google, ya cuestionado por muchos por sus contratos de uso restringido, la poca transparencia en cuanto al acceso y administración de los datos y cuyas alternativas abiertas, como OpenStreetMaps, han demostrado ser bastante más eficientes para compartir y utilizar datos de manera horizontal en la relación entre el poder público y la sociedad civil.
Otro proyecto aclamado por los medios de comunicación debido a que atrae grandes inversiones a la ciudad y revitaliza el área portuaria es el Porto Maravilha (Puerto Maravilla). Uno de los mayores proyectos en ejecución en la ciudad, y parte del proyecto Ciudad Olímpica, el Porto Maravilha además de los principales equipamientos culturales del área, como el Museo de Arte de Río (MAR) y el Museo del Mañana, son objeto de grandes polémicas. Las acusaciones varían desde la privatización del espacio público a la elitización de lo que se concibe como cultura en el área (asumiendo de forma equivocada que allí nunca hubo un tejido cultural antes de la construcción de los museos), además de erradicaciones violentas que los habitantes pobres de la zona vienen sufriendo desde los preparativos para la Copa.
Grandes empresas multinacionales y los principales canales de comunicación masiva vienen apoyando la opción de Río por las soluciones smart cities, lo que muestra visiones bastante divergentes sobre lo que se debe priorizar en la ciudad. La ciudad más conectada del país es, por ejemplo la que altera el trayecto de autobuses para evitar que haya una conexión directa entre los suburbios y las playas de la zona sur, la área más rica de la ciudad. Las soluciones smart no se limitan a macroproyectos de impacto simbólico como los antes expuestos. El gobernador del Estado, por ejemplo, ya anunció un proyecto de ley que obliga a la identificación de los usuarios del Bilhete Único (Boleto Único, una tarjeta que permite que el usuario realice hasta 4 viajes de autobús durante 3 horas seguidas pagando solamente un pasaje) a través de biometría con el objetivo de reducir los fraudes en el uso del beneficio. Cristiano Therrien resume en una entrevista el contexto de riesgo que provoca la producción de datos a gran escala por parte de las soluciones smart cities:
«En nombre de la eficiencia administrativa, se pueden almacenar, por ejemplo, enormes masas de datos de movilidad urbana (placas e identificación por radiofrecuencia en vehículos, pases y GPS en autobuses), cuyos bancos de datos pueden identificar a sus usuarios, intencionalmente o no. Pero en el caso brasileño, donde las propuestas de ley de protección de datos personales aguardan configuraciones parlamentarias ideales para ser tratadas por el Congreso Nacional, no encontramos las estructuras legales e institucionales necesarias para enfrentar los riesgos a la protección de los habitantes de esas ciudades inteligentes que sabrán cada vez más sobre ellos.»
Las preguntas de base que suscitan estos sistemas de bancos de datos generados en nombre de la seguridad y la eficiencia deben ser discutidas ampliamente por la sociedad civil. ¿Qué datos pueden recogerse sobre la ciudad y los ciudadanos? No se trata simplemente de la posibilidad técnica, sino que es una cuestión ética. Como bien apunta Cerrudo en su informe, ¿a que riesgos los ciudadanos están expuestos con la implementación de estas nuevas herramientas? ¿Cómo deben procesarse y archivarse los datos? ¿Cuál es el nivel y el alcance del acceso a esos datos? ¿Pueden y deben compartirse y reutilizarse libremente? ¿Qué leyes tiene o necesita tener Brasil para regular estas máquinas de generación de datos sobre la ciudad y la población? Hasta el momento, estas discusiones no se vienen realizando con la amplitud y profundidad necesarias en el país. Ya es tiempo de plantear el debate que relacione la tecnología que queremos a la ciudad que queremos.
Raquel Rennó es miembro de Coding Rights y profesora de la Universidade Federal do Recôncavo da Bahia (UFRB) y del Doctorado en Sociedad de la Información y Conocimiento de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) y miembro del ICIE (International Center for Info Ethics – Alemania). Gestiona proyectos educativos en el tema de brecha digital y derechos humanos con activistas y profesores de etnía Pataxó (Brasil). Más informaciones en http://raquelrenno.net
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