Tecnologías de Vigilancia e Antivigilancia

Bitcoin: entre la transparencia y la privacidad

17/06/2015

Por Gabriel Aleixo | #Boletín11

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Bitcoin es un sistema totalmente descentralizado y universal que integra la generación de las monedas digitales, denominadas Bitcoins, y el intercambio (pago/cobranza) de esas unidades de valor por medio de aplicaciones denominadas billeteras. O sea, como protocolo, Bitcoin actúa tanto en las funciones de banco central como de plataforma de pagos. Bitcoin fue lanzado en forma de un artículo académico que describía el funcionamiento teórico del sistema. El artículo, publicado en octubre de 2009 en una lista de e-mails sobre criptografía, estaba firmado por el misterioso seudónimo de Satoshi Nakamoto.

En enero de 2009, Satoshi lanzó los programas de software de billetera y minería y los puso a disposición para descarga e inspección de todos, ya que eran de código abierto. Los conceptos de Bitcoin fueron en gran medida inspirados por dos propuestas que, a pesar de increíbles, nunca habían sido puestas en práctica con éxito: b-Money, de Wei Dai (1998), y Bitgold, de Nick Szabo (2005). Satoshi fue el primero en crear un sistema que resolvía un problema pendiente en el área de computación desde hacía más de 20 años: cómo generar consenso de forma segura y transparente en redes distribuidas.

Bitcoin funciona por medio de un «balance de pagos» que contiene el saldo actualizado de cuántas monedas existen en cada una de las billeteras creadas. Efectuar un pago en Bitcoins no es otra cosa que propagar a lo largo de los nodos de la red la información de que un Bitcoin está saliendo de la billetera de Alice y está yendo a la billetera de Bob. Así, si antes Alice tenía dos Bitcoins y Bob no tenía ninguno, a partir del pago todos los balances serán progresivamente alterados y actualizados, pasando a contabilizar un Bitcoin en la billetera de Alice y un Bitcoin en la billetera de Bob. Como el sistema es distribuido, cualquier usuario puede tener ese archivo sincronizado en tiempo real con la copia de los demás.

Ese consenso se mantiene mediante el proceso de «minería», en alusión a la curva de generación de los Bitcoins a lo largo del tiempo, inspirada en la de los metales preciosos, como el oro. La minería es necesaria para que la actualización del balance público de transacciones esté disponible para cualquier persona y, al mismo tiempo, la red permanezca resistente a agentes malintencionados que quieran cometer fraudes (por ejemplo agregando transacciones falsas en sus propias billeteras para que tengan más Bitcoins). Eso se debe a que el proceso consiste en una disputa arbitraria que involucra a todos los que conectan sus máquinas a la red en la condición de mineros. Todos ellos disputan en términos computacionales para ver quien encuentra primero la solución a un problema matemático de altísima complejidad.

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El primer minero que encuentra esa solución es responsable por agregar al libro público que contiene el balance de cada billetera existente (blockchain) todas las transacciones que fueron propagadas a su nodo de la red en los últimos 10 minutos, en promedio. Una vez realizada esa «edición», el sistema la identificará como válida por haber sido realizada por el minero que efectivamente resolvió el último desafío y toda la nueva información se transmitirá a los demás nodos, lo que hace que todos los usuarios vean las nuevas transacciones en sus respectivos balances para mantener el consenso. Por el trabajo, el minero recibirá los nuevos Bitcoins generados en ese momento, que pasan a ser contabilizados en la red.

En caso de que un gran player concentre 40% del poder de procesamiento de la red, lo que le permitiría cometer un fraude en el balance de transacciones en beneficio propio, probabilísticamente no sería posible en la práctica resolver los desafíos matemáticos secuenciales necesarios para mantener su versión alterada indebidamente como válida para los demás nodos de la red, considerando que el 60% restante de la red estaría en una dirección contraria, lo que automáticamente invalidaría los intentos de violación. La red solo empieza a correr algún riesgo en ese sentido en caso de que un único agente tenga 51% o más del procesamiento total.

También es importante comprender de qué manera Bitcoin utiliza la criptografía para proporcionar privacidad a las transacciones y cuáles son sus limitaciones con respecto a eso. Sin suministrar ninguna información, como nombre o e-mail, el propio software de la billetera de su preferencia, al instalarlo y abrirlo por primera vez, generará para el usuario una clave criptográfica pública y una clave criptográfica privada correspondiente. Es como si la dirección pública fuera el número de su cuenta corriente para recibir recursos (y que puede dársela a cualquier persona sin riesgo de perder dinero y sin exponer datos personales) y la clave privada fuera la contraseña necesaria para gastarlos.

Un ejemplo de dirección pública para transacciones (es un hash basado en la clave pública): 15SaLB86EUwgLKh8HR1GikSNmUtFFH6R6s

Y la clave privada correspondiente:
5KL7nPuBzPTUDx6mjVUb57EU2qiMq5C3ix3xjuWGyC9tiDt2i4c

Una vez comprendido esto, la privacidad de Bitcoin puede ser interesante para alguien que quiera ser discreto al pagar contenido adulto en línea, por ejemplo. Además, como muchos clientes admiten enrutamiento a través de la red Tor, hasta el propio IP de quien transfiere los Bitcoins puede enmascararse, algo útil para funciones como donar recursos a organizaciones consideradas controvertidas por el gran público (como por ejemplo Wikileaks).

Pero, especialmente en tiempos de big data, es preocupante el hecho de que toda la información de sus transacciones quede abierta a verificación de cualquiera. A pesar de estar «escondidas» detrás de una dirección pública, ya que son tan solo números y letras, el hecho de que las transacciones estén encadenadas puede permitir que una única compra vinculada a su identidad permita saber mucho más de lo que probablemente le gustaría revelar . Y, en algunos casos, eso es inevitable, como al efectuar la compra a través de internet de un bien físico que deba entregarse en su domicilio.

Como la transparencia es inherente al sistema, y realmente necesaria para que funcione en la forma como fue concebido originalmente, pueden adoptarse algunas medidas adicionales para mantener su privacidad; incluso existen alternativas sólidas cada vez más utilizadas. El uso de billeteras determinísticas, en las que una misma dirección pública de Bitcoins nunca se reutiliza, sino que se generan nuevas direcciones a partir de una única clave privada cada vez que se envían o reciben valores en la dirección anterior, dificulta cada vez más la práctica conocida como blockchain analysis. De todas maneras, incluso dificultando análisis realizados por usuarios comunes, teóricamente podrían usarse herramientas desarrolladas por grandes grupos para correlacionar comportamientos en la red Bitcoin para señalar con cierto grado de exactitud que hay grandes posibilidades de que determinadas transacciones hayan sido realizadas por un usuario con cierto perfil. Debido a esos factores, a pesar de que Bitcoin es, y probablemente continúe siendo, el «oro» de las criptomonedas, han avanzado bastante algunas alternativas centradas en la privacidad.

Destaco la creación del avanzado protocolo CryptoNote, concebido a partir del concepto de ring signatures, en el que se basan criptomonedas como Monero. Este protocolo busca asegurar que las transacciones realizadas nunca puedan atribuirse a una única dirección que la originó, proporcionando seguridad y privacidad de forma descentralizada. Otro proyecto que se destacó el año pasado fue Darkcoin, recientemente rebautizado como Dash (Digital Cash), moneda digital que tiene embutido un sistema de mastermodes que permite que ciertos nodos de la red «confundan» el origen de diferentes transacciones, de forma semejante al modo en que la red Tor oculta los IP de los usuarios.

Eso demuestra que la fascinante tecnología de las criptomonedas viene desarrollándose a pasos agigantados y tiene como una de sus prioridades principales lograr mejoras sustanciales en la privacidad de los usuarios. A fin de cuentas, no se podría esperar algo diferente ya que los conceptos esenciales para el surgimiento de esos proyectos fueron reuniéndose durante décadas por los visionarios cypherpunks. A la propia Bitcoin se le presenta un gran desafío, que ya comienzan a enfrentar iniciativas como DarkWallet: convertirse en la combinación perfecta entre transparencia y privacidad, algo que se idealizó desde su lanzamiento.

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